Pero cuando es el caso contrario, con n1 menor que n2, por ejemplo cuando el rayo de luz se mueve en el agua y quiere salir al aire, lo que ocurrirá es que el ángulo de refracción se abrirá. Se abrirá tanto que puede llegar a ser 90º cuando el ángulo de incidencia sea el llamado ángulo de Képler o ángulo límite. Si el ángulo de incidencia es mayor que ese límite, y como el ángulo de refracción no puede ser mayor de 90º, entonces a la luz no la queda otra solución que reflejarse y volver al medio de partida.
Si en el centro de origen de los rayos colocáramos una bombilla, y nosotros estuviéramos en el camino del rayo de la izquierda, la veríamos perfectamente, lo mismo cabe decir en el caso del rayo 2, e incluso del rayo 3. Lo único que ocurriría es que veríamos una imagen de la bombilla situada aparentemente en un lugar diferente al sitio donde se encuentra. Pero en el caso del cuarto rayo, el de la derecha, no veríamos nada, porque el rayo 4 no logra salir a la superficie.
En el siguiente vídeo, la bombilla es una chapa oscura bajo el agua, y observamos como dejamos de verla cuando el ángulo de incidencia supera el ángulo límite del dioptrio agua-aire.
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