Unas casitas de color:
Ahora echamos un vistazo a sus semáforos.
Hasta llegar a Akuyeiri, mucho, mucho autobús, atravesando increibles paisajes.
Una de las paradas, que aprovechamos para comer en este bucólico y pequeño restaurante,
fue en una granja cuyas edificaciones tienen más de 200 años de antigüedad. No es raro ver las casas con suelo vegetal en el techo y plantadas de hierbas, pero es que aquí, además vemos como la granja está medio enterrada en el suelo, fundida con él. Obviamente el problema es el frío que hace tan al norte, y esta es una manera de combatirlo. Además las paredes están forradas por ladrillos o bloques de turba que cortados se agolpan en las zonas esteriores y se recubren con la prolongación del techo.
20.000 habitantes, como medina del campo, vaya!
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