No estamos en el norte de España, ni en un municipio cercano o dentro de un Parque Nacional. El lugar geográfico donde se encuentran estos increíbles árboles es un municipio de Toledo, en el extremo occidental de sus montes, antes de llegar a la comarca de la Jara. En pleno Valle del Gévalo, que nunca deja de sorprenderme positivamente, y en la pedanía de Navaltoril, hay una pequeña tejeda o más bien un rodal formado por una veintena de tejos, algunos de los cuales son de un tamaño sorprendente. Lo positivo es que aparte de lo vistoso de esos ejemplares, es que hay también pies más jóvenes, por lo que si el clima y el ser humano no lo impide, puede que el paraje tenga en un futuro tejos.
Los tejos se pueden localizar fácilmente en la web, y por tanto llegar a ellos, pero ruego ser extremadamente respetuoso con ellos, miremos al suelo para no pisar tejos nacientes, o aplastar raíces. Si sólo es hoyado el paraje por 20 personas al año, no pasará nada, pero en los tiempos en que nos encontramos se corre el riesgo de que un aluvión de personas accedan al paraje y lo degraden. Afortunadamente el acceso no está indicado, no es un camino fácil, y la mayor parte del tiempo se ronda el campo a través de lo deteriorada que está la senda.
El situado a más baja cota es muy fotogénico, y no presenta un tronco quemado o excesivamente carcomido. Estimo un tronco de más de 3 metros de perímetro y una altura de 12 metros. Lo normal es que reparemos en él al irnos, porque los que están por encima de él nos van a atraer de forma hypnótica.
Este es el siguiente, no está sobre el arroyo, y su copa crea un efecto sombra destacable. Su tamaño es similar a su hermano que hemos descrito. Por cierto, en cuanto al grosor, cuidado. Porque si miramos desde un lado nos puede parecer más delgado que desde otro, porque los troncos distan mucho de ser circulares.
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